“La antropología es una ciencia social, que pretende acercarse al conocimiento del ser humano. Su aspiración sería aportar conocimientos de dicho ser humano, desde distintas y múltiples esferas, pero siempre como parte de una sociedad. Dicha ciencia social se empieza a consolidar como rama del conocimiento, independiente, autónoma e integradora, a mediados del siglo XIX”.
Para esta ciencia social, uno de los elementos básicos e imprescindibles de dicho conocimiento lo constituye la observación del objeto que se pretende conocer…
Respecto a dicha observación, la antropología establece una consideración relevante, interesante y contradictoria: “La observación de un objeto, siempre plantea una seria dificultad, porque el observador siempre influye, de una u otra forma, en el objeto observado, introduciendo modificaciones en el mismo”… Dicho de otra manera, los resultados de la observación (y por tanto el resto del proceso de conocimiento), estaría condicionado y contaminado, desde el principio, por la intervención del observador…
Todo conocimiento de un objeto, exige por tanto dos requisitos difíciles de aunar:
- Un acercamiento al objeto a estudiar.
- Una distancia o alejamiento del mismo, para introducir, como observador, las menos modificaciones posibles en el objeto observado.
Desde este punto de vista, el conocimiento de uno mismo representaría un modelo extremo de dificultad a superar… En efecto, al coincidir el observador con el objeto observado, nos sobraría mucho acercamiento… y nos faltaría bastante alejamiento...
(todo un considerable problema de perspectiva)...
Además, dado que vivimos en sociedad, habría que considerar otra grave dificultad añadida:
cada uno de nosotros somos objeto de múltiples observaciones… aquellas que los demás realizan, constantemente, sobre uno mismo… y por tanto, constantemente, somos susceptibles a las múltiples modificaciones que dichas observaciones ajenas van introduciendo sobre cada uno de nosotros...
Por todo ello, desde un punto de vista antropológico, habría que concluir que el conocimiento de uno mismo, más que una tarea difícil, estaría al borde de lo imposible…
Aún así, y a pesar de todo, es evidente que la antropología no renuncia al conocimiento, sea propio o ajeno…(si así fuera, dejaría de tener sentido como ciencia)…
simplemente lo relativiza…
simplemente lo relativiza…
convirtiendo certezas absolutas, en transitorias y modificables…
transformando verdades eternas, en temporales y circunstanciales…
cambiando dogmas por invitaciones y propuestas…
confiando en los procesos y acercamientos…
subrayando la importancia del otro en el posible conocimiento de uno mismo…
“Podemos conocernos, má o menos, en parte... y en momentos o etapas concretas de nuestra vida…
pero, quizás, no nos sea posible conocernos del todo y para siempre”
(consideración que, probablemente, colocaría el conocimiento propio en el ámbito de las utopías)
PD: por supuesto, supongo que existirán excepciones con facultades extraordinarias… capaces de autoduplicarse, primero, y materializarse de forma extracorpórea, después… para así tomar distancia y poder observarse, adecuadamente, a sí mismos… (pero, por ahora, ese, todavía no es mi caso… :)