martes, 19 de abril de 2011

EL CONOCIMIENTO PROPIO

“La antropología es una ciencia social, que pretende acercarse al conocimiento del ser humano. Su aspiración sería aportar conocimientos de dicho ser humano, desde distintas y múltiples esferas, pero siempre como parte de una sociedad. Dicha ciencia social se empieza a consolidar como rama del conocimiento, independiente, autónoma e integradora, a mediados del siglo XIX”.
 
Para esta ciencia social, uno de los elementos básicos e imprescindibles de dicho conocimiento lo constituye la observación del objeto que se pretende conocer…
 
Respecto a dicha observación, la antropología establece una consideración relevante, interesante y contradictoria: “La observación de un objeto, siempre plantea una seria dificultad, porque el observador siempre influye, de una u otra forma, en el objeto observado, introduciendo modificaciones en el mismo”… Dicho de otra manera, los resultados de la observación (y por tanto el resto del proceso de conocimiento), estaría condicionado y contaminado, desde el principio, por la intervención del observador
 
Todo conocimiento de un objeto, exige por tanto dos requisitos difíciles de aunar:
  • Un acercamiento al objeto a estudiar.
  • Una distancia o alejamiento del mismo, para introducir, como observador, las menos modificaciones posibles en el objeto observado.
Desde este punto de vista, el conocimiento de uno mismo representaría un modelo extremo de dificultad a superar… En efecto, al coincidir el observador con el objeto observado, nos sobraría mucho acercamiento… y nos faltaría bastante alejamiento...
(todo un considerable problema de perspectiva)...


Además, dado que vivimos en sociedad, habría que considerar otra grave dificultad añadida:
cada uno de nosotros somos objeto de múltiples observaciones… aquellas que los demás realizan, constantemente, sobre uno mismo… y por tanto, constantemente, somos susceptibles a las múltiples modificaciones que dichas observaciones ajenas van introduciendo sobre cada uno de nosotros...

Por todo ello, desde un punto de vista antropológico, habría que concluir que el conocimiento de uno mismo, más que una tarea difícil, estaría al borde de lo imposible…

Aún así, y a pesar de todo, es evidente que la antropología no renuncia al conocimiento, sea propio o ajeno…(si así fuera, dejaría de tener sentido como ciencia)…
simplemente lo relativiza…

convirtiendo certezas absolutas, en transitorias y modificables…
transformando verdades eternas, en temporales y circunstanciales…
cambiando dogmas por invitaciones y propuestas…
confiando en los procesos y acercamientos…
subrayando la importancia del otro en el posible conocimiento de uno mismo…


“Podemos conocernos, má o menos, en parte... y en momentos o etapas concretas de nuestra vida…
pero, quizás, no nos sea posible conocernos del todo y para siempre”
(consideración que, probablemente, colocaría el conocimiento propio en el ámbito de las utopías)


PD: por supuesto, supongo que existirán excepciones con facultades extraordinarias… capaces de autoduplicarse, primero, y materializarse de forma extracorpórea, después… para así tomar distancia y poder observarse, adecuadamente, a sí mismos… (pero, por ahora, ese, todavía no es mi caso… :)

domingo, 3 de abril de 2011

METAS

Una antigua y moralizante fábula, atribuida a Esopo, narraba las vicisitudes de una apuesta, entre una liebre y una tortuga, por ver cuál de las dos, ganaba una carrera…
Dicha fábula, recogida y recreada por otros escritores de otros tiempos, fue también objeto de atención y estudio por parte de la ciencia, las matemáticas y la física…
Despojada de toda consideración moralizante, y sometida al rigor científico, las conclusiones obtenidas por dichos estudios podrían considerarse tan curiosas, interesantes o inquietantes como las que pudieran derivarse de su antiguo e inicial origen, más o menos fantasioso y por tanto, más o menos, alejado de la "realidad"…


Resumiendo los resultados de dicho estudio científico, la apuesta de cuál de las dos llegaría antes a la meta, recorriendo el mismo trayecto, cada cual a su natural velocidad y sin detenerse ni aflojar durante la carrera, arrojaría las siguientes conclusiones:
  • 1º La liebre no llegará a la meta, antes que la tortuga.
  • 2º La tortuga no llegará a la meta, antes que la liebre.
  • 3º La liebre y la tortuga no llegarán a la meta, juntas y a la vez.
Este más que aparente sinsentido sólo puede tornarse comprensible ante la evidente y demostrada conclusión científica:
“!Ni la liebre, ni la tortuga, llegarán, nunca, a la meta!”…
En efecto, tanto a la liebre como a la tortuga, siempre y en todo momento, les quedará por recorrer la mitad del camino que aún no han recorrido… Teniendo en cuenta que cualquier distancia (por pequeña que esta sea), siempre es susceptible de dividirse por la mitad, hay que concluir que, tanto a una como a la otra, siempre y en todo momento, les quedará una distancia (por pequeña que esta sea) para alcanzar dicha meta…
Tan sólo en un remoto e “irreal” tiempo infinito y/o eterno, liebre y tortuga llegarían a la meta fijada desde el inicio y/o salida…


Por supuesto, toda apreciación científica es susceptible de ser, o no, tenida en cuenta… es susceptible de ser, o no, aceptada o considerada como válida… es susceptible de ser interpretada y subjetivada…
Puestos a aceptar, en este caso particular, las curiosas conclusiones aportadas por una parte de la ciencia conocida hasta ahora, se me ocurren algunas consideraciones que podrían ser interesantes:
  • 1º Las metas nunca son alcanzables (salvo en ese remoto e “irreal” tiempo infinito).
  • 2º Nuestra apreciación de lo contrario, sólo es eso, una apreciación subjetiva e “irreal”, derivada de nuestra condición finita y limitada.
  • 3º Esas metas que apreciamos o creemos alcanzar, son, como mucho, etapas, escalas, referencias, llegadas parciales, puntos de avituallamiento, “metas” volantes…
La función de las metas, por tanto, no sería la de motivar para ser alcanzadas (algo imposible como ha quedado expuesto), sino la de motivar para realizar el recorrido hasta ellas… y si acaso, al hacerlo, alcanzar esas otras etapas parciales, intermedias e incluso no previstas…
Como decía todo esto no son más que apreciaciones subjetivas sobre estudios y modelos científicos (igualmente subjetivos)… Aunque también es posible que la naturaleza de algunas “realidades”, como los sueños, las utopías… o incluso la misma vida, no estén tan alejadas de las mismos…


PD: por cierto, hay otra conclusión que podría enlazar el modelo matemático con la antigua fábula de Esopo… La diferencia y/o ventaja de la liebre sobre la tortuga (que inicialmente iría en aumento), con el transcurrir del tiempo, iría decreciendo, a medida que ambas se fueran acercando a la inalcanzable meta…

En un remoto e “irreal” tiempo infinito, ambas, liebre y tortuga, probablemente, correrían emparejadas… o casi...